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El síndrome de ojo seco es un problema muy común y que causa malestar ocular con mucha frecuencia. Entre los síntomas del ojo seco más habituales cabe destacar el picor o escozor, la sensación de tener algo en el ojo o la sensación de fatiga o cansancio visual continuo, entre otros. 

Si quieres saber cuáles son los síntomas del ojo seco, cómo identificarlos y cuáles son los tratamientos más recomendables que tienes a tu alcance, sigue leyendo y te lo contamos. 

¿Qué es el síndrome de ojo seco?

El síndrome de ojo seco o, simplemente, ojo seco es un problema ocular que aparece cuando la calidad y/o cantidad de la lágrima del ojo no es la adecuada. El ojo necesita la lágrima para hidratarse y lubricarse correctamente. Cuando la cantidad de lágrima es insuficiente aparecen los síntomas del ojo seco. 

Además de la cantidad de la lágrima, otro factor importante que debemos tener en cuenta al hablar del síndrome del ojo seco es la calidad de la lágrima. La lágrima está compuesta principalmente de agua, pero también tiene otros ingredientes muy importantes, como por ejemplo minerales y ácidos grasos que contribuyen de forma indispensable a la correcta lubricación del ojo y del párpado. Si este equilibrio de agua y el resto de sustancias que componen la lágrima no es el correcto también pueden aparecer los síntomas del ojo seco y los problemas asociados a estos. 

síntomas ojos secos

¿Qué puede causar el ojo seco?

Existen diversas situaciones que pueden hacer que aparezca el síndrome del ojo seco, tanto si se trata de forma puntual como crónica. Algunas de las causas más comunes que puede producir ojo seco son las siguientes: 

  • Cuestiones genéticas: en algunos casos, hay personas que, de forma natural, producen lágrima en cantidad o calidad insuficiente. 
  • Envejecimiento: con el paso de los años, la calidad y cantidad de la lágrima que producimos puede verse afectada. 
  • Uso de algunos medicamentos: el uso de algunos medicamentos puede influir en la correcta producción de lágrima por parte del ojo. 
  • Factores ambientales: por ejemplo, el humo, la contaminación o estar en entornos muy secos puede agravar el problema. 
  • El consumo de algunas sustancias: por ejemplo, el consumo de tabaco contribuye negativamente a este problema, haciendo que los síntomas del ojo seco empeoren. 
  • La fatiga ocular: realizar un sobreesfuerzo ocular también contribuye a empeorar los síntomas del ojo seco. Por ejemplo, cuando pasamos mucho tiempo delante de una pantalla o cuando conducimos durante muchas horas seguidas. 

¿Cuáles son los síntomas de los ojos secos?

Los síntomas del ojo seco pueden variar de una persona a otra. De hecho, pueden aparecer todos juntos o, según el caso, solo algunos  de ellos. Los más comunes y que nos ayudarán a identificar este problema son los siguientes: 

Picor, ardor o escozor en el ojo 

Uno de los síntomas más habituales del síndrome del ojo seco es la sensación de picor o escozor en el ojo. Este picor se puede presentar de forma leve al principio, aunque las molestias pueden ir incrementándose a medida que pasa el tiempo. 

Enrojecimiento ocular 

Junto al escozor en el ojo, otro de los síntomas de los ojos secos es el enrojecimiento ocular. Este se presenta en la zona blanca del ojo (la esclerótica), que adquiere un color mucho más rojizo que el habitual. 

Sensación de pinchazo en el ojo

En algunos casos, otro de los síntomas que pueden aparecer cuando se padece ojo seco son los pinchazos en el ojo. Este síntoma es menos común, y aparece, sobre todo, cuando la sequedad es más aguda y se ha mantenido a lo largo de mucho tiempo. Suele desaparecer cuando se descansa correctamente o después de dormir. 

Sensación de tener arenilla en el ojo 

Uno de los síntomas más habituales cuando se padece ojo seco es la sensación de tener algo en el ojo. Muchos pacientes lo describen como la sensación de “tener arenilla o polvo en el ojo”. Sin embargo, en este caso, no hay ningún cuerpo extraño en el ojo, sino que la sensación es producida por la falta de una cantidad o calidad correcta de la lágrima. 

Fotofobia o sensibilidad excesiva a la luz 

Uno de los síntomas más comunes cuando se padece síndrome de ojo seco es la fotofobia o sensibilidad excesiva a la luz. Esta se manifiesta haciendo que el paciente sienta una molestia excesiva hacia la luz del entorno, lo que le obliga a cerrar los ojos o buscar la forma de evitar esa luz para poder ver correctamente. 

Sensación de fatiga o cansancio visual

La fatiga visual aparece cuando realizamos un sobreesfuerzo continuado con la vista. En el caso de padecer ojo seco, esta sensación de cansancio ocular aparece antes que en aquellas personas que no sufren este problema. 

Visión borrosa o nublada

Ojos secos y visión borrosa son dos situaciones que suelen ir de la mano. Debido a la sequedad ocular y al resto de síntomas de los ojos secos, la visión del paciente se puede volver borrosa o nublada. En general, este síntoma suele desaparecer cuando se descansa o cuando se inicia un tratamiento concreto para solucionar el problema del ojo seco. 

Escasa lágrima

Como es lógico, uno de los síntomas más habituales del síndrome del ojo seco es la escasa lágrima.

Lagrimeo abundante en situaciones concretas

De forma paralela a la escasa lágrima que caracteriza el ojo seco, también puede darse la situación contraria. Una persona que sufre de síndrome de ojo seco puede tener poca lágrima y, en situaciones concretas, empezar a percibir un lagrimeo abundante. Sin embargo, este lagrimeo abundante no suele ir acompañado de una lágrima de una calidad adecuada para lubricar correctamente el ojo. En consecuencia, los síntomas asociados a este problema no desaparecen. 

Mucosidad en los ojos o alrededor de estos

Otro de los síntomas que pueden aparecer cuando se padece ojo seco es la presencia de mucosidad en los ojos o alrededor de estos. Por ejemplo, cerca del lagrimal o en las propias pestañas. Esta mucosidad puede aparecer siendo viscosa o seca, ya en forma de legañas. 

¿Cómo actuar en caso de tener los ojos secos?

En caso de experimentar los síntomas asociados al ojo seco, lo primero que debemos hacer es dejar de realizar la actividad que puede que esté causando estos síntomas. Por ejemplo, si estamos trabajando con una pantalla, debemos dejarla a un lado y permitir descansar la vista. Si estamos conduciendo, debemos aparcar y descansar la vista hasta que los síntomas hayan desaparecido. 

Para ayudar a paliar estos síntomas, podemos cerrar los ojos durante unos segundos y parpadear más veces de lo habitual. Al parpadear, el movimiento de los párpados contribuye a repartir correctamente la lágrima por toda la superficie del ojo. Además, también reduce la evaporación de la lágrima, por lo que nos ayuda a que esta permanezca más tiempo en el propio ojo. 

No obstante, si padecemos síndrome de ojo seco y sufrimos estos síntomas de forma recurrente, lo más recomendable será aplicar un tratamiento específico para solucionarlo. 

¿Qué tratamientos tiene el síndrome de ojo seco?

Existen diversos tratamientos que nos van a ayudar mucho a solucionar los síntomas de los ojos secos. Los más habituales son los siguientes: 

Lágrimas artificiales 

El tratamiento más habitual para solucionar los problemas asociados al ojo seco es el uso de lágrimas artificiales. La lágrima artificial es un producto que imita la composición de la lágrima natural y que, al aplicarlo directamente en el ojo, nos ayuda a complementar la lágrima que nos falta. 

La lágrima artificial es líquida, y se aplica directamente sobre el ojo igual que unas gotas o un colirio oftálmico. Existe una gran variedad de fórmulas de lágrimas artificiales y, dependiendo del grado de ojo seco que se padezca, será más recomendable utilizar un producto u otro. 

En este sentido, una visita al oftalmólogo para que pueda revisar el estado de la lágrima de nuestros ojos es la mejor forma de acertar con el tipo de lágrima artificial que más nos conviene. 

Geles oculares

Los geles oculares para tratar el síndrome de ojo seco son similares a las lágrimas artificiales pero, en este caso, en lugar de presentarse en formato líquido se presentan en formato gel. Son un producto que tiene una mayor cantidad de sustancias lipídicas que agua en comparación con la lágrima artificial. Por ello, suelen estar formulados para pacientes que padecen síndrome del ojo seco severo, y a los que les cuesta mucho lubricar correctamente el ojo. 

Al igual que sucede con las lágrimas artificiales, encontramos diversidad de productos y fórmulas. Por lo que, de nuevo, visitar al oftalmólogo para que nos recomiende el producto más adecuado para nuestro caso es la mejor forma de acertar en la formulación. 

Tapones lagrimales 

Otro de los posibles tratamientos para el ojo seco son los tapones lagrimales. Estos tapones consisten en pequeños tubos que se introducen en el conducto del lagrimal del paciente. De esta forma, se crea una barrera que evita que la lágrima se elimine por la vía natural. Esto permite que la lágrima del paciente permanezca más tiempo en la superficie del ojo, mejorando la sintomatología de este problema. 

Los tapones lagrimales los coloca el oftalmólogo en consulta. Dependiendo del caso, suelen tener una duración aproximada de en torno a los 5 o 6 meses. Pasado ese tiempo se deben sustituir por otros nuevos. 

Los tapones lagrimales son el tratamiento más utilizado cuando ni el uso de lágrimas artificiales ni los geles oculares son  suficientes para solucionar el problema en pacientes con síndrome de ojo seco severo. 

¿Cuándo debo acudir a un especialista?

Siempre que tengamos cualquier molestia ocular debemos acudir al oftalmólogo. Una visita rápida al especialista nos puede ayudar a detectar cualquier problema o enfermedad en su estado inicial, lo que contribuirá  a que el pronóstico sea mejor que si la detectamos en fases más avanzadas. 

En el caso del ojo seco, si sentimos cualquiera de los síntomas que hemos mencionado, lo más aconsejable es acudir al oftalmólogo para que pueda realizar una revisión completa del estado de nuestros ojos. De esta forma, podrá recomendarnos el tratamiento más adecuado en cada caso y asegurarnos una pronta y rápida recuperación.