Ojo seco y blefaritis son dos problemas oculares que muchas veces están relacionados, lo que no significa, ni mucho menos, que sean la misma enfermedad ocular. En realidad, la blefaritis es una de las posibles causas del ojo seco.
Descubre en este artículo la relación que existe entre la blefaritis y el ojo seco y cómo tratar ambos problemas.
Índice
¿Qué es la blefaritis y por qué se produce?
La blefaritis es una inflamación o infección del párpado que provoca su hinchazón o enrojecimiento.
Una de sus causas más habituales es el mal funcionamiento de las glándulas de Meibomio. Dichas glándulas, situadas en el margen palpebral, tienen una función muy concreta: producir una secreción que ayude a lubricar la superficie del ojo y los párpados en su cara interna, previniendo de esta forma la evaporación de la lágrima.
Cuando estas glándulas están obstruidas puede suceder que sus secreciones se estanquen, formando ácidos que irritan el ojo. Al mismo tiempo, el ojo irritado segrega mucosas y proteínas que se van acumulando en los laterales de los párpados. Es, en este momento, cuando podemos decir que ese paciente tiene blefaritis.
¿Qué consecuencias puede tener la blefaritis?
La blefaritis se produce, por lo tanto, por una acumulación de bacterias en los bordes de los párpados que puede provocar desde síntomas casi imperceptibles en forma de ligeras molestias en los ojos, hasta afectaciones importantes de la visión en los casos más graves.
Las principales patologías que puede ocasionar las blefaritis son:
- Ojo seco. Está provocado porque el ojo no es capaz de producir la suficiente lágrima o bien porque ésta es de baja calidad.
- Orzuelo. Es una protuberancia dolorosa y de color rojo que se produce como consecuencia de la infección de las glándulas ubicadas en el borde de los párpados.
- Chalazión. Es un bulto indoloro de crecimiento lento que se forma en el borde del párpado como consecuencia de la inflamación de una de las glándulas sebáceas.
¿Por qué la blefaritis está relacionada con el ojo seco?
Existe, por lo tanto, una relación muy evidente entre el ojo seco y la blefaritis, aunque no son la misma afección.
Se puede considerar que la blefaritis es uno de los factores desencadenantes del ojo seco cuando este se debe a un problema de evaporación de la lágrima (ojo seco evaporativo).
- La inflamación de los párpados provocada por la blefaritis desencadena una cascada de alteraciones en la flora bacteriana de la superficie ocular.
- Estas alteraciones pueden llegar a alterar la grasa que se produce en las glándulas de Meibomio y esta grasa es uno de los principales componentes de la lágrima.
- Al perderse parte de la calidad de la lágrima, esta se evapora con más facilidad y se desencadena el ojo seco.
Por otro lado, ambos problemas comparten síntomas como:
- Escozor e irritación ocular.
- Lagrimeo constante.
- Sensación de arenilla o cuerpo extraño.
- Madarosis o pérdida de las pestañas.
Además, el tratamiento para uno de los problemas suele mejorar los síntomas provocados por la otra patología. Por esta razón existen algunos tratamientos que se pueden usar para ambos, como la aplicación de luz pulsada de alta intensidad (IPL) y el Lipiflow.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Los principales factores de riesgo para padecer blefaritis son:
- Patologías como como:
- Rosácea.
- Atopia
- Psoriasis.
- Enfermedad inflamatoria intestinal.
- Dermatitis seborreica.
- Estar padeciendo cambios hormonales como los que están asociados a la menopausia.
- Uso crónico de lentes de contacto.
- Consumir medicamentos orales como píldoras anticonceptivas, antidepresivos, antipsióticos, antihistamínicos, quimioterapia, antiandrógenos como la finasterida y medicamentos para la piel como la isotretinoína, utilizada para el acné.
- Uso de medicamentos tópicos para el glaucoma que contienen prostaglandinas.
- Uso prolongado del ordenador o de las pantallas debido a la disminución del parpadeo.
¿Cómo es el tratamiento de la blefaritis y el ojo seco?
A menudo la blefaritis se presenta como una condición crónica que, no obstante, puede llegar a ser controlada mediante una serie de medidas higiénicas:
- Limpiar los párpados a menudo y concienzudamente con toallitas limpias o compresas calientes.
- Aplicar pomadas antibióticas (bajo prescripción médica) en los párpados.
- Tratamientos complementarios a realizar en un consultorio médico como: la microexfoliación palpebral, que permite una limpieza más precisa e intensa y exfoliar los párpados y las pestañas, o la pulsación termal, que se utiliza para disolver y canalizar adecuadamente las sustancias que están provocando la obstrucción de las glándulas de Meibomio.
Como hemos comentado, en los últimos años se han comenzado a aplicar algunos tratamientos que han demostrado su eficacia para la disminución de los síntomas asociados a la blefaritis y al ojo seco.
- Luz pulsada de alta intensidad (IPL). Consta de 3-4 tratamientos indoloros a lo largo de 2 meses de 5 minutos cada uno. Tiene pocas contraindicaciones y casi ningún efecto secundario.
Estimula el correcto funcionamiento de las glándulas de Meibomio que hay en los párpados y cuya disfunción está ligada a ambas patologías, reduciendo la inflamación de la superficie ocular y mejorando la calidad de la película lagrimal.
- Lipiflow. La pulsación térmica (LipiFlow) consiste en la aplicación localizada de calor y presión terapéutica en los cuatro párpados (superiores e inferiores) con el fin de mejorar el drenaje de las glándulas de Meibomio.
El tratamiento permite recuperar la estabilidad de la película lagrimal y reducir su evaporación, mejorando con ello la sintomatología del paciente, así como la inflamación y los daños en la superficie ocular.
¿Cuándo elegir la intervención quirúrgica?
Para los casos más severos de blefaritis en los que se producen graves alteraciones en la estructura de los párpados, existe otra opción de tratamiento, en este caso quirúrgica. Esta cirugía sirve para solucionar problemas estéticos de desajustes en la zona palpebral.
La operación de blefaritis tiene las siguientes características:
- Es sencilla.
- De carácter ambulatorio.
- Con escasa molestias para el paciente, a excepción de notar los párpados más tensos de lo habitual durante las horas posteriores a la intervención o ligeros dolores después de la intervención, que pueden tratarse con analgésico y suelen desaparecer en un breve lapsus de tiempo.
Tras la retirada de los puntos de sutura una semana después de la intervención, el paciente ya puede llevar una vida totalmente normal.
Fuentes