La miopía no es un problema visual exclusivo de los adultos o de la madurez. Puede aparecer en cualquier momento de la vida, incluida la infancia, y disminuir la calidad de visión de los pequeños pacientes.
Los niños pequeños no suelen saber si ven correctamente o no. Por ese motivo es fundamental que, principalmente los padres, pero también los maestros si están en edad escolar, estén muy atentos a cualquier señal o síntoma que indique la posible aparición de la miopía o de cualquier otro problema visual.
Por cierto, ¿cuánto sabes de la miopía infantil?
¿Qué tipos de miopía infantil existen?
Hasta la fecha, los especialistas han logrado identificar dos tipos de miopía en niños:
- Miopía hereditaria:
Este tipo de miopía aparece en los niños debido a los genes que han heredado de sus padres o descendientes más cercanos. Los menores a los que se les diagnostica un cuadro de miopía hereditaria nacen directamente con dioptrías y estas suelen aumentar con el paso de los años.
A los 3 o 4 años el problema refractivo ya puede provocar un notable desajuste en su visión y muchos de ellos empiezan a necesitar gafas.
- Miopía escolar:
Por el contrario, este tipo de miopía es la que suele aparecer en la edad escolar de los pequeños, es decir, desde los últimos años de la etapa infantil hasta los de la educación primaria.
En este caso, pueden ser varios los factores que generan un defecto de este tipo, como por ejemplo la luz de las aulas, el tipo de postura a la hora de leer libros o hacer deberes o la distancia de la pizarra, entre otros.
¿Por qué es más difícil detectar la miopía en niños?
La miopía en niños es más frecuente de lo que imaginamos. De hecho, según varios estudios, es una de las principales causas del fracaso escolar, tanto en las edades infantiles como en los niños que ya están cursando educación primaria.
Detectar algunos síntomas es la mejor manera de identificar la miopía. En los adultos es algo relativamente sencillo, pues basta con que apreciemos algún desorden o anomalía en relación con nuestra visión para saber que algo extraño pasa y así acudir al oftalmólogo.
Sin embargo, esto que nos parece tan sencillo y lógico, no lo es tanto cuando se trata de niños por los siguientes motivos:
- En la gran mayoría de los casos, los pequeños identifican los síntomas pero no saben exactamente qué les está ocurriendo, con lo cual es más difícil realizar cualquier diagnóstico. En resumen, habitualmente un niño no sabe que ve mal, porque siempre ha visto así.
- Esta situación se puede agravar si la patología tiene lugar durante el primer año de vida, cuando el niño aún no ha desarrollado el habla.
- De forma inconsciente y prácticamente involuntaria, muchos niños aprenden trucos para disimular sus problemas de visión, como entornar los ojos para enfocar mejor de lejos.
En este sentido, es fundamental que los padres presten la atención suficiente a lo que sucede con la visión de sus pequeños para que los defectos refractivos no deriven en enfermedades más graves o difíciles de atajar.
Claves para detectar la miopía en niños
Estos síntomas no tienen por qué ser específicos de la miopía, pero sí nos tienen que hacer sospechar de que el niño, probablemente, pueda tener algún problema refractivo: miopía, hipermetropía o astigmatismo:
- En el colegio, el niño se queja de que no ve bien la pizarra. En algunos casos son los propios niños los que piden ponerse más cerca. Sus maestros deben ser especialmente cuidadosos, ya que es posible que ya fuesen miopes antes, pero este hecho haya pasado desapercibido por los padres. La miopía no se suele diagnosticar hasta los cinco o seis años, pero también es frecuente que aparezca al dar el estirón, entre los diez y doce años. Cuando ellos crecen, también lo hace la miopía.
- Se acerca demasiado a los objetos. Los niños miopes suelen pegarse a los libros, quedando su cabeza a menos de un palmo. También suelen preferir ver la televisión desde muy cerca.
- Retraso escolar. Los problemas de visión no corregidos son una de las causas principales de fracaso escolar, por lo que deben ser detectados cuanto antes para evitar que el niño pierda el ritmo de la clase. Una bajada de notas o un rendimiento bajo de difícil explicación puede tener su origen en un problema de visión.
- No reconoce a los padres a larga distancia. Por ejemplo, a la salida del colegio, por la calle o en la playa. Si el niño titubea o tarda en encontrar a sus progenitores puede ser debido a que la visión del pequeño está por debajo de los índices normales.
- Achina los ojos, estira el cuello o echa la cabeza hacia delante. También son claros síntomas de que el niño necesita una ayuda extra para lograr un enfoque que compense su mala visión.
- La miopía es hereditaria en la mayor parte de los casos. Por eso, en familias con defectos de graduación conocidos en los padres, es recomendable una revisión del niño antes de los cuatro años, y luego repetirla cada año por lo menos, aunque dé la impresión de que no tiene ningún síntoma.
- Estrabismo u ojo vago. Este defecto es más común en los pacientes que padecen hipermetropía que en los pacientes con miopía. El ojo vago provocado por el estrabismo se conoce como ambliopía estrábica.
- Dolores de cabeza. Aunque son más habituales en hipermétropes, también se dan en niños miopes.
- El niño se frota los ojos constantemente o parpadea más de lo habitual.
Factores por edades
Estos son los principales indicios o señales de alerta clasificados por edades que pueden hacerte sospechar de que algo no va bien en la salud visual de un niño o niña:
Entre 0-2 años
- A las 6 semanas el bebé aún no es capaz de seguir una cara con los ojos ni reacciona a expresiones faciales.
- A los 2 ó 3 meses no sigue con la mirada un objeto brillante.
- A los 6 meses aún no es capaz de perseguir objetos con la mirada ni de alcanzarlos.
- Hace movimientos extraños con los ojos.
- Tenemos la impresión de que sus ojos no se encuentran bien alineados.
- Se frota los ojos con mucha frecuencia.
- Tiene uno o los dos párpados caídos.
- Muestra una sensibilidad extrema a la luz.
- Presenta una mancha blanquecina en el área pupilar.
Entre 2-4 años
- Tuerce o desvía uno o los dos ojos.
- Se acerca mucho al televisor o a los objetos.
- Se frota mucho los ojos.
- Guiña o entrecierra frecuentemente uno o los dos ojos.
- Se queja de visión borrosa.
- Refiere dolor de cabeza con frecuencia.
Entre 4-6 años
- Presenta problemas en el aprendizaje de la lectura y/o la escritura.
- Se acerca mucho al papel o tuerce la cabeza al leer o escribir.
- Se ayuda de los dedos para seguir los renglones cuando lee.
- Confunde letras y palabras.
- Le cuesta seguir las indicaciones escritas en la pizarra.
Síntomas que se pueden dar en todas las edades
- El niño o niña no identifica adecuadamente a los familiares o conocidos a distancias largas.
- No le llaman la atención los objetos lejanos.
- Se acerca mucho a los objetos o se los acerca a la cara.
- Desvía uno o los dos ojos.
- Se frota los ojos a menudo.
- Presenta dificultades para mantener los ojos abiertos.
- Inclina la cabeza para observar mejor.
- Se queja a menudo de dolor de cabeza o visión borrosa.
- Muestra hipersensibilidad a la luz.
- Presenta mala adaptación a la oscuridad.
Recuerda que el diagnóstico precoz de cualquier problema visual es fundamental para poner en marcha los tratamientos adecuados, sobre todo si hablamos de la miopía en niños y su silencioso avance.
¿Cómo tratar la miopía infantil?
Los menores de 18 años no se pueden operar de la vista. Por ello, los niños no son candidatos posibles a esta posible solución de la miopía a través de cirugía refractiva. En su lugar, lo más habitual es el uso de gafas o lentillas (sobre todo en el caso de adolescentes) para corregir este u otros problemas refractivos.
Por otro lado, según algunos estudios, el uso en dosis bajas de atropina en forma de gotas oculares puede contribuir a reducir el incremento de la miopía durante la infancia. Este tratamiento debe ser prescrito y supervisado siempre por un médico.
¿Se puede prevenir la miopía en niños?
La parte hereditaria de la miopía no se puede prevenir. Sin embargo, existen una serie de factores que se cree que pueden ayudar a minimizar la parte de la miopía que está relacionada con los hábitos de vida en la primera infancia. Algunos de ellos son los siguientes:
- Pasar más tiempo al aire libre.
- Llevar una alimentación saludable. Sobre todo, rica en frutas, verduras y alimentos ricos en omega 3. Así como evitar el consumo de productos ultraprocesados.
- Contar con una buena iluminación en casa. Sobre todo, en el escritorio donde el niño estudia.
- Limitar el uso de las pantallas. Sobre todo aquellas que están más cerca de la cara.
- Mantener una distancia correcta con las pantallas de todo tipo.
- Parpadear con frecuencia.
Artículo revisado por el Dr. Carlos Laria, oftalmólogo de Clínica Baviera.
Fuentes
Academia Americana de Oftalmología (AAO) – Control de la miopía en los niños
Academia Americana de Oftalmología (AAO) – Dosis bajas de atropina para niños con miopía