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Lo que se conoce como uveítis posterior es, en realidad, una inflamación de la úvea, que es la capa intermedia de tejido que se encuentra entre la esclerótica y la retina y que suministra la mayor parte del flujo sanguíneo a esta última. Se denomina posterior para diferenciarla de otros tipos de uveítis, ya que, en este caso, la inflamación afecta a las estructuras del fondo de ojo.
Aunque en un buen número de casos la uveítis posterior está causada por una infección, a veces no es tan fácil determinar el origen de este problema visual.
Índice
¿Qué es la uveítis?
Uveítis es un término general que hace referencia a la inflamación de la parte del ojo conocida como úvea. La úvea es una capa relativamente gruesa y resistente de tejido fibroso que envuelve y protege el globo ocular y que consta de tres partes: el iris, el cuerpo ciliar y la coroides.
La úvea contiene muchos vasos sanguíneos y nutre a otras estructuras oculares. Por eso, su inflamación puede afectar a la córnea, a la retina, a la esclera y a otras partes vitales del ojo.
La uveítis es responsable de uno de cada 10 casos de ceguera y es una enfermedad compleja de manejar, ya que puede tener causas sistémicas que hay que investigar para determinar qué tratamiento es el más adecuado en cada caso.
¿Qué es la uveítis posterior?
Hablamos de uveítis posterior cuando la inflamación afecta a las estructuras del fondo de ojo:
Coroides. En este caso, hablamos de coroiditis.
Retina. En este caso, hablamos de retinitis.
Coroides y retina. En este caso, hablamos de coriorretinitis.
Retina y nervio óptico. En este caso, hablamos de neurorretinitis.
La inflamación de los vasos centrales de la retina (vasculitis retiniana), también se considera una forma de uveítis posterior.
Los casos de uveítis posterior representan el 15% del total de las uveítis y es uno de los tipos de uveítis más asociado a la pérdida de visión.
Tipos de uveítis
Según su localización anatómica
Uveítis anterior
Se produce cuando la inflamación se localiza en la cámara anterior del globo ocular.
A menudo se denomina iritis, debido a que sólo suele afectar al iris.
Se llama iridociclitis si afecta al iris y al cuerpo ciliar.
La pupila del ojo afectado suele estar más contraída que la del otro ojo.
Es la más frecuente, ya que representa el 80% de los casos de uveítis.
Es más común en personas jóvenes y de mediana edad.
Uveítis intermedia
Se produce cuando la inflamación se localiza en la retina y el vítreo periférico.
Se llama pars planitis cuando afecta específicamente a la pars plana, una parte del cuerpo ciliar.
Eta uveítis generalmente es indolora, pero va acompañada de una disminución de la agudeza visual y de una percepción de pequeños puntos negros flotantes (miodesopsias).
Uveítis posterior
Como hemos dicho, se produce cuando la inflamación se localiza en las estructuras del fondo del ojo (coroides, retina o ambas).
Panuveítis o uveítis difusa
Aparece cuando están afectadas todas las estructuras del ojo.
Es la forma más grave de uveítis.
Suele estar relacionada con la presencia de una enfermedad sistémica.
Según su aparición
Uveítis repentina
Se presenta de forma inesperada e imprevista y presenta síntomas desde un primer momento.
Uveítis insidiosa
La uveítis comienza lentamente, sin síntomas evidentes en un principio, pero puede tener consecuencias graves.
Según su duración
Uveítis limitada
Cuando el episodio de uveítis tiene una duración inferior a 3 meses.
Uveítis persistente
Cuando la uveítis dura más de 3 meses.
Según su evolución
Uveítis aguda
Son episodios de uveítis que están caracterizados por un inicio súbito y una duración limitada.
Uveítis recurrente
Se produce una uveítis recurrente cuando aparecen episodios repetidos separados por periodos de inactividad sin tratamiento que duran menos de 3 meses.
Uveítis crónica
Las uveítis crónicas son aquellas con un inicio insidioso y que son persistentes. En estas uveítis la inflamación se reactiva de forma precoz (antes de 3 meses) al retirar el tratamiento.
¿Cuáles son las causas de la uveítis posterior?
Las causas de la uveítis posterior son numerosas y de diversa gravedad, aunque alrededor del 50% de los casos se consideran idiopáticos, es decir que están derivados de procesos propios del ojo y los resultados de la exploración del paciente a nivel sistémico son negativos.
Causas infecciosas
Incluye las infecciones bacterianas, fúngicas, parasitarias y víricas.
Las causas más comunes en estos casos son:
Toxoplasmosis. Consiste en la infección por un parásito llamado toxoplasma gondii que se enquista en la retina, desde donde puede reactivarse y producir un foco de retinitis.
Infección por virus del herpes. Cuando afecta a la retina produce un cuadro muy grave conocido como síndrome de necrosis retiniana aguda.
Sífilis.
Tuberculosis.
Rubeola.
Sarampión.
Infecciones por arbovirus, como el Dengue, el virus del Nilo Occidental y el Chikungunya.
A menudo, los virus pueden pueden permanecer latentes en el organismo y provocar complicaciones graves y pérdida de visión con el tiempo.
Causas no infecciosas
Enfermedades autoinmunes como:
Lupus eritematoso sistémico.
Artritis reumatoide.
Espondilitis anquilosante.
Sarcoidosis.
Poliartritis nodosa.
Enfermedad de Birdshot.
Enfermedad de Behcet.
Psoriasis.
Enfermedad de Kawasaki.
Alergias.
Neoplasias malignas.
Traumatismos.
Complicaciones de una cirugía ocular.
¿Cuáles son los síntomas de la uveítis posterior?
Como en todas las anomalías visuales, es importante identificar los principales síntomas de la uveítis posterior para que sean tratados de forma precisa, evitando al mismo tiempo posibles complicaciones más graves.
De hecho, uno de los problemas de la uveítis posterior es que, en muchos casos, se trata de una enfermedad asintomática durante sus primeros estadios. Debido a esto, es importante acudir al oftalmólogo con frecuencia, puesto que, mediante el uso de herramientas de diagnóstico avanzadas, podrá ver el interior del ojo del paciente y determinar si puede estar ante un caso de uveítis.
La uveítis posterior no provoca un dolor regular ni frecuente, pero sí que suele estar asociada a algunos síntomas que el paciente puede identificar con facilidad:
Las moscas volantes, también llamadas miodesopsias, son un síntoma claro de la infección que provoca la uveítis posterior. No obstante, no aparecen siempre en todos los pacientes ni lo hacen de la misma manera, aunque son un síntoma recurrente en estos casos.
También puede desarrollar escotomas, que son pequeñas áreas del campo visual donde la visión es menos sensible o está incluso ausente.
Visión borrosa.
Disminución de la agudeza visual, especialmente para apreciar aquellos objetos que se encuentran a distancia media.
¿Cómo se realiza el diagnóstico de la uveítis posterior?
El oftalmólogo es la única persona con facultad para realizar un diagnóstico de la uveítis posterior. Para ello, debe realizar una exploración del paciente que incluya:
Angiografía. Se realiza principalmente para detectar si hay vasculitis.
Campimetría. Permite evaluar el alcanza de los daños a nivel de la retina.
Tan pronto como se haya diagnosticado la uveítis posterior, se deberá realizar un examen etiológico para conocer la causa de la inflamación.
Debido a que la uveítis posterior tendrá un tratamiento diferente según el origen que cause el problema, el diagnóstico acertado es una fase crucial previa al tratamiento.
¿Cuáles son los posibles tratamientos para la uveítis posterior?
No tratar a tiempo una uveítis posterior podría generar otros problemas visuales más graves, como, por ejemplo:
Los tratamientos de esta enfermedad se centran básicamente en atacar el origen de la infección que ha dado lugar a la uveítis posterior. De ahí la importancia de un examen etiológico oportuno y acertado.
Por ejemplo, en el caso de que el origen de la infección sea bacteriano, se suelen recomendar antibióticos y, en el caso de que haya hinchazón, algún antiinflamatorio. Este tratamiento puede ir acompañado de corticoides, gotas oftálmicas que dilatan la pupila para aliviar el dolor y, en algunos casos, el uso de gafas de sol que protejan la zona ocular mientras dure el tratamiento.
En cualquier caso, el tratamiento deberá ser siempre prescrito por un oftalmólogo, y el paciente nunca deberá automedicarse ni autodiagnosticarse.
¿Qué factores de riesgo pueden contribuir a su aparición?
Aunque cualquier persona tiene riesgo de poder padecer uveítis posterior, existen algunos patrones que suelen darse en muchos de los pacientes diagnosticados, lo que hace que las personas que estén dentro de los siguientes grupos tengan mayor probabilidad de llegar a padecer uveítis en alguna de sus formas.
Personas con familiares que hayan padecido uveítis. Se cree que existe un factor genético que hace que determinadas personas tengan mayor facilidad que otras a la hora de presentar uveítis, ya que suele ser una enfermedad habitual dentro de las mismas familias.
Personas que están en contacto con animales. Tanto si se trata de animales salvajes como domésticos. Los animales pueden ser focos de transmisión de algunas enfermedades infecciosas (por ejemplo, la toxoplasmosis). Debido a esto, las personas que están en contacto con animales deberán extremar las precauciones y la higiene después del contacto con los mismos.
Personas con un sistema inmunológico deprimido. Las personas de edad avanzada o los pacientes con VIH u otras enfermedades que puedan deprimir el sistema inmunitario son más sensibles a cualquier tipo de infección, lo que puede favorecer la aparición de una uveítis posterior.
Pertenecer a alguno o varios de estos grupos no implica, en ningún caso, que se tenga o se vaya a tener un problema de uveítis. Sin embargo, sí que es importante que estas personas se realicen revisiones oftalmológicas de forma regular o siguiendo las indicaciones de su médico de cabecera, ya que, en el caso de que se llegase a producir un posible caso de uveítis, será la mejor forma de diagnosticarla de forma temprana.
¿Con qué frecuencia aparece la uveítis posterior?
En la uveítis posterior la inflamación puede llegar a ser recurrente o crónica. Si es el caso, la uveítis posterior puede llegar a durar meses e, incluso, años y provocar daños permanentes en la visión si no se está tratando ni controlando.
¿La uveítis posterior es contagiosa?
La uveítis no es una infección, sino una respuesta inflamatoria a un factor primario, por lo que no es contagiosa.
Conclusiones clave
* La uveítis es la inflamación de la úvea y, según su localización, puede ser anterior, intermedia, posterior o panuveítis.
* La mayoría de los casos son idiopáticos, pero las causas conocidas incluyen infecciones, traumatismos y enfermedades autoinmunes. * El tratamiento a menudo incluye corticosteroides tópicos y un agente cicloplégico-midriático, junto con el abordaje de cualquier causa específica.
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Esta clínica sin duda es la mejor !! El trato en recepción y de los médicos es excepcional. Estoy muy contenta con los resultados. Muchas gracias !
Vanesa Delgado Arcos
01/03/2024
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Muchísima profesionalidad por parte de todo el equipo desde recepción y por supuesto si doctor.Estoy totalmente complacida por el resultado de la operación y posteriores seguimientos.100%recomendable.
Jorge Carnicero
27/02/2024
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Me operé ya hace un mes con laser de miopía y no pude tomar mejor decisión, buen asesoramiento desde el principio, un equipo maravilloso que están disponibles para cualquier consulta y unos resultados óptimos, sensación inmejorable poder ver otra vez perfectamente sin necesidad de gafas.
Carlos Ángel Pérez
27/02/2024
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Atención muy buena de la doctora y de las auxiliares
Virginia Jimenez
22/02/2024
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He recibido un trato espectacular por parte de todos los trabajadores de la clínica de Móstoles.
La operación me la realizó el doctor Rafael, y salió todo muy muy bien me operado de miopía y astigmatismo, y el mismo día por la noche ya podía ver y hacer vida normal. Lo recomiendo 100 por 100.
Llegue con miedo por que la vista es algo muy delicado y a día de hoy la mejor decisión que tomé fue quitarme las gafas y hacerlo con ellos. Gracias
Isidro Hoyas
20/02/2024
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Buenos profesionales y las chicas muy amables y atentas
¿Conoces la regla 20-20-20? ¿Habías oído hablar del síndrome visual informático? Ambos conceptos están relacionados, pues la primera puede ser una solución para el segundo.
Si pasas mucho tiempo delante del ordenador y eso te provoca síntomas como fatiga ocular o visión borrosa, sufres del llamado “síndrome visual informático”. Aplicar la regla 20 20 20 puede ayudarte a tratarlo. En este artículo te contamos qué es y cómo funciona la regla 20-20-20 para tratar el síndrome visual informático.
Índice
¿Qué es el síndrome visual informático?
El síndrome visual informático es un trastorno provocado por el sobreesfuerzo visual que soportamos cuando nos exponemos a las pantallas electrónicas durante mucho tiempo,como ordenadores, teléfonos móviles, tabletas, videoconsolas, etc.
Cuando pasamos mucho tiempo delante de una pantalla y, sobre todo cuando implica una mayor concentración, se producen dos efectos:
El ojo tiene que hacer un gran esfuerzo para acomodarse de forma continua.
Tendemos a reducir el número de parpadeos.
Este sobreesfuerzo puede provocar los siguientes síntomas:
Molestias musculares en espalda, cuello, hombros, etc.
Estos síntomas suelen ser temporales y desaparecen cuando dejamos de usar las pantallas electrónicas.
Un adecuado reparto del tiempo de trabajo y de descanso, y la aplicación de una serie de medidas preventivas, puede contribuir a evitar o minimizar el síndrome visual informático. Una de ellas es la regla 20-20-20.
¿Qué es la regla 20-20-20?
La regla 20-20-20 fue ideada por Jeffrey Ansehl, un oftalmólogo que se dedicaba a ayudar a las empresas a minimizar el daño visual de sus empleados.
En la actualidad, pocas investigaciones han probado la eficacia de la regla 20-20-20, pero tanto la Asociación Americana de Optometría (AOA) como la Academia Americana de Oftalmología (AAO) la recomiendan como forma de reducir la fatiga ocular.
La clave de eta regla está en descansar cada poco tiempo y fijar la vista en otro lugar. Concretamente consiste en:
Parar cada 20 minutos.
Durante 20 segundos.
Y mirar a una distancia de 20 pies (unos 6 metros).
Muy fácil, ¿verdad? Con la regla 20-20-20 evitamos estar enfocando a distancias cortas durante mucho tiempo, lo que permite variar la distancia focal y descansar la vista. Sin embargo, no siempre es fácil ponerla en práctica, pues algunos espacios de oficinas son reducidos y el trabajo nos absorbe con demasiada frecuencia.
¿Cómo puede ayudar a la vista la regla 20-20-20?
Además de evitar o minimizar los síntomas asociados al síndrome visual informático, la regla 20-20-20 tiene otros beneficios:
Existen algunos métodos que pueden ayudar a poner en práctica la regla 20-20-20:
Programar una alarma para que suene cada 20 minutos mientras se trabaja como recordatorio para tomarse un descanso.
Mirar por una ventana durante las pausas de 20 segundos. En caso de duda, es mejor buscar una distancia mayor en lugar de una menor.
Usar aplicaciones móviles especialmente diseñadas para seguir la regla 20-20-20.
Se puede combinar la regla 20-20-20 con otros ejercicios que ayuden a estirar el cuerpo, especialmente el cuello y los hombros, que también se ven muy perjudicados por el trabajo frente al ordenador.
Otras medidas para evitar la fatiga visual
Además de la regla 20-20-20, existen otras medidas que pueden ayudarnos a prevenir la fatiga visual causada por el uso excesivo de la visión cercana durante el trabajo con pantallas:
Colocar la pantalla del ordenador a una distancia de entre 50 cm y 1 metro de los ojos y siempre por debajo de la línea de visión.
Ajustar el contraste y el brillo de las pantallas.
Usarlas siempre con una iluminación adecuada.
Evitar los reflejos.
Pestañear con más frecuencia para producir lágrima e hidratar el ojo.
Hoy en día pasamos mucho tiempo delante de las pantallas, sean del tipo que sean, aunque esta situación empeora en el caso de las personas que trabajan con el ordenador. Esto supone un mínimo de 8 horas al día delante de un monitor, lo que, sin duda, supone un mayor riesgo de sufrir el síndrome visual informático. La higiene visual (al igual que ocurre con la postural), nos puede ayudar a evitarlo o minimizarlo, por eso es importante contar con medidas de prevención como la regla 20-20-20.
¿Cuándo debo consultar a un oftalmólogo?
En algunos casos, la fatiga visual puede persistir, aunque se esté usando la regla 20-20-20 y otros métodos de prevención del síndrome visual informático. Cualquier persona que se encuentre en esta situación, debe consultar con un oftalmólogo para que éste compruebe si existen patologías subyacentes, como problemas refractivos no corregidos.
A la hora de aplicar un tratamiento o de dar ciertas recomendaciones, el médico tendrá en cuenta la ocupación del paciente y su estado general de salud.
Conclusiones clave
* La regla 20-20-20 es un método que se aplica para reducir los síntomas provocados por un uso excesivo de las pantallas.
* Consiste en hacer descansos de 20 segundos cada 20 minutos y mirar a un punto situado a 6 metros o más (20 pies). * Existen otros métodos para aliviar la fatiga ocular, como usar lágrimas artificiales o reducir el tiempo de exposición a las pantallas.
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Vanesa Delgado Arcos
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27/02/2024
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Carlos Ángel Pérez
27/02/2024
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22/02/2024
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La operación me la realizó el doctor Rafael, y salió todo muy muy bien me operado de miopía y astigmatismo, y el mismo día por la noche ya podía ver y hacer vida normal. Lo recomiendo 100 por 100.
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Isidro Hoyas
20/02/2024
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La miopía es una patología que aparece cuando las imágenes se enfocan delante de la retina y no sobre ella, debido a que el ojo tiene una longitud mayor de lo normal. Esto provoca una malaga visión de lejos.
En el caso de la miopía magna, también conocida como miopía patológica o degenerativa, se produce un alargamiento posterior del globo ocular que se asocia con un adelgazamiento de las paredes del ojo. Los pacientes que la padecen tienen más de 6 dioptrías y su presencia puede suponer un riesgo para la visión, pues puede derivar en patologías más severas. Sin embargo, ¿puede presentarse la miopía magna en niños?
Índice
¿Qué es la miopía magna en niños?
Los niños que presentan miopía a edades muy tempranas tienen un mayor riesgo de desarrollar miopía magna en la edad adulta, multiplicando por 10 el riesgo de sufrir complicaciones oculares graves. 1 de cada 10 niños con miopía desarrollará miopía magna.
La miopía magna afecta a un 2% de la población y puede derivar en otros trastornos de la visión, como:
La aparición de estos problemas secundarios a la miopía es poco habitual en el caso de los niños, pero sí pueden presentarse en un pequeño porcentaje de casos, sobre todo en pacientes que tienen entre 8 y 12 años.
La edad a la que aparece la miopía en niños influye en la calidad de la visión que el paciente tendrá en la etapa adulta.
Cuando la miopía aparece en niños menores de 10 años, es muy posible que tenga una fuerte evolución en la etapa adulta, y el paciente tendrá un mayor riesgo de padecer otras patologías.
Cuando aparece entre los 10 y 17 años, la miopía tendrá una evolución menor en la edad adulta.
Por eso, es fundamental cuidar y controlar la miopía en niños y, especialmente, prevenir su aumento. El periodo clave en el que la miopía crece es entre los 7 y los 17 años: esos 10 años son la única posibilidad de intervenir en este proceso.
¿Cómo evoluciona la miopía magna en niños?
La miopía magna habitualmente es de inicio precoz y se presenta en niños entre los 4 y los 10 años.
Comienza en valores refractivos altos, entre -4 y -7 dioptrías.
Tiende a estabilizarse al finalizar la adolescencia, aunque es posible que siga aumentando poco a poco a partir de ese momento.
En ocasiones, hay un periodo de tiempo durante el crecimiento del niño en el que las dioptrías aumentan a gran velocidad.
Las lesiones degenerativas coriorretinianas se suelen manifestar a partir de los 50 años.
Es decir, cuando un niño presenta miopía, no se suele convertir en miopía magna hasta la edad adulta, pues lo habitual es que las dioptrías aumenten gradualmente a lo largo de su vida. Sin embargo, a veces la miopía magna sí aparece en niños cuando se produce una subida rápida de esas dioptrías.
Ante esta situación, es muy importante acudir al oftalmólogo para controlar la evolución de la miopía.
¿Cuáles son las causas y factores de riesgo de la miopía magna en niños?
No se conoce exactamente cuáles son las causas de la miopía magna, aunque científicamente se acepta que la aparición de la miopía se debe a una combinación de factores genéticos predisponentes que se ven influenciados por factores ambientales. En general, se considera que los factores genéticos tienen más peso en el caso de los miopes magnos.
Factores genéticos
Los niños con antecedentes familiares de miopía en la familia tienen 3 veces más probabilidades de padecer miopía que los niños sin antecedentes familiares.
Factores ambientales
Diferentes estudios indican que existe una correlación entre la frecuencia y progresión de la miopía con factores ambientales como:
La cantidad de trabajo que se realiza utilizando la visión próxima.
El desarrollo socioeconómico del país del paciente.
La falta de actividades al aire libre.
Posiblemente, los factores ambientales pueden adelantar la aparición de miopía en personas con una base genética predispuesta, aunque no está claro.
¿Cuáles son los síntomas de la miopía magna en niños?
Cualquier niño que empieza la etapa escolar debería acudir al oftalmólogo para realizar una revisión preventiva de su salud ocular, es la mejor forma de detectar a tiempo la miopía antes de que aparezcan los primeros síntomas.
En el caso de los más pequeños, los padres o las personas que convivan con ellos pueden advertir algunos signos que son clave para determinar si el niño está comenzando a desarrollar miopía:
Mala visión de lejos. A los 6 o 7 años, un niño ya ve prácticamente igual que un adulto, por eso es aconsejable preguntarles si son capaces de ver objetos lejanos o si leen lo que pone en los carteles.
Acercarse demasiado a los objetos para poder verlos. Los niños suelen acercarse mucho a los objetos cuando hay algo que les llama la atención, por eso no siempre que desarrollan estos comportamientos es un síntoma de que padecen miopía. Si el niño siempre repite este patrón, será necesario que le revise un oftalmólogo.
Frunce o guiña los ojos.
Presenta dolor de cabeza y cansancio con frecuencia.
Aunque estos síntomas pueden revelar la presencia de miopía en niños, lo más aconsejable es acudir a revisión con un oftalmólogo especialista una vez al año para poder controlar este problema refractivo a tiempo.
¿Cómo se diagnostica la miopía magna en niños?
Para llevar a cabo el diagnóstico, es necesaria una correcta medición de la graduación. Este proceso, en el caso de los niños, se realiza siempre dilatando las pupilas con colirios ciclopléjicos que paralizan la acomodación.
¿Cuál es su tratamiento?
La miopía magna no tiene un tratamiento específico, ya que las decisiones terapéuticas se tomarán en función de las circunstancias de la persona que la padezca, así como de las complicaciones que puedan ir apareciendo. Por ejemplo, si se prevé un posible desprendimiento de retina, se puede tratar a modo de prevención con fotocoagulación con láser.
En el caso de la miopía magna en niños, se trata de evitar llegar a esas altas graduaciones por encima de las 6 dioptrías, por lo que es importante un diagnóstico precoz y un seguimiento detallado. Además de controlar la miopía para no llegar al desprendimiento de retina o las maculopatías miópicas, también se busca la comodidad y la mejora visual del paciente.
Cada caso es diferente, pero algunos de los posibles tratamientos en función de la aparición de enfermedades patológicas asociados a la miopía magna son:
Uso de lentillas.
Lentes intraoculares.
Inyecciones intraoculares.
Fotocoagulación con láser.
Cirugía vitreorretiniana.
Sin embargo, es un especialista el que tiene que evaluar al paciente de manera individual y establecer la solución que mejor se adapte a su situación.
En conclusión, la miopía magna en niños, al igual que en los adultos, ha de ser controlada por un especialista para que no solo sea tratado el problema de visión en sí (no ver de lejos), sino también para que no aparezcan otras patologías asociadas, como el desprendimiento de retina, el glaucoma o las cataratas. En definitiva, que la prevención es la mejor manera de evitar o frenar futuras pérdidas de visión.
¿Qué puedo hacer para prevenir la miopía magna en mi hijo?
Hoy por hoy, la miopía magna no se puede prevenir. No obstante, está científicamente demostrado que la miopía que aparece en la infancia es más susceptible de evolucionar y provocar la aparición de miopía magna.
Por esta razón, el objetivo es intentar controlar esta progresión (especialmente si vemos que evoluciona de manera alarmante) con métodos tanto ópticos como farmacológicos avalados por la evidencia científica.
Debemos recordar que el control de la miopía sólo es eficaz en la infancia. La miopía progresa entre los 6-7 y los 17 años. Esos 10 años son el único periodo en que se puede intervenir para evitar el crecimiento de la miopía. Dentro de esto, todos los estudios coinciden en que la edad para optimizar los beneficios de los diferentes tratamientos en el control de la miopía está entre los 6 y los 9 años.
Revisiones
Es fundamental que todos los niños se realicen una primera exploración oftalmológica entre los 3 y 4 años para detectar precozmente la aparición de miopía. Esto es más importante si existen antecedentes familiares de miopía o de problemas oftalmológicos.
En función de la exploración realizada, se establecerá cuál es la situación actual, cuál es el riesgo evolutivo de la miopía del niño y se recomendará un tratamiento.
Una vez se inicie el tratamiento, se irán realizando controles cada 6 meses, salvo que se observe algún cambio que aconseje revisar el tratamiento con mayor frecuencia.
Ortoqueratología
La ortoqueratología es una técnica que se basa en el uso de lentes de contacto de uso nocturno. Son lentes de contacto específicas para dormir con ellas.
Esta técnica es de las más efectivas, especialmente en niños con miopía simple (menos de 6 dioptrías), ya que es capaz de frenar la miopía en niños hasta un 50%.
Lentillas blandas de desenfoque periférico
Esta técnica es similar a la ortoqueratología, pero sin necesidad de que el niño lleve lentillas mientras duerme.
Estas lentillas blandas tienen una geometría especial, el centro de la lentilla está pensado para corregir el defecto refractivo del niño, y la periferia de la lentilla va a corregir el desenfoque en la retina periférica, que es la que se encarga del control de la miopía.
Este sistema de control de la progresión de la miopía en niños consigue muy buenos resultados en miopías leves (por debajo de las 4 dioptrías).
Gotas de atropina
Este método se basa en aplicar unas gotas diarias de atropina con una baja concentración en los ojos del niño para frenar la miopía.
Este método ofrece buenos resultados, pero puede tener efecto rebote, es decir, existe la posibilidad de que cuando se dejan de usar las gotas de atropina, la miopía vuelva y crezca al mismo ritmo que hubiese crecido sin el tratamiento.
¿Mi hijo puede practicar deportes si tiene miopía magna?
Es muy importante que el paciente con miopía magna siga con detalle las indicaciones de su oftalmólogo. De ello dependerá la evolución de la enfermedad.
En general, en el caso de las personas con grandes miopías que tengan lesiones retinianas (retinopatía miópica, degeneración retiniana, antecedentes de desprendimiento de retina u otras alteraciones) se aconseja evitar situaciones que supongan movimientos muy bruscos de los ojos y, especialmente, cambios bruscos de aceleración/desaceleración como: tirarse de cabeza al mar o la piscina, saltos con motos, puenting, montaña rusa…
Conclusiones clave
* La miopía magna se produce por un alargamiento del globo ocular en su parte posterior y puede tener graves consecuencias para la visión si surgen problemas patológicos secundarios, como el desprendimiento de retina.
* Estos problemas suelen aparecer en la edad adulta, pero la miopía magna suele tener un inicio precoz, entre los 4 y los 10 años. * En estos casos, es necesario controlar su progresión para evitar futuras pérdidas de visión.
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Vanesa Delgado Arcos
01/03/2024
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Jorge Carnicero
27/02/2024
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Carlos Ángel Pérez
27/02/2024
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Virginia Jimenez
22/02/2024
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Isidro Hoyas
20/02/2024
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Se conoce como miosis pupilar o pupilas puntiformes a la contracción de la pupila. Se trata de un reflejo normal ante situaciones de abundante luz, pero, cuando la miosis se manifiesta de forma asimétrica o en entornos poco iluminados, es posible que nos encontremos ante un caso de miosis patológica, que puede ser indicativa de algunas enfermedades.
Si quieres obtener más información sobre la miosis pupilar y cómo una miosis anormal puede ser el síntoma de algunas enfermedades graves, sigue leyendo este artículo.
Índice
¿Qué son la miosis pupilar y la midriasis pupilar?
La pupila es la parte oscura del ojo y se ubica justo en el centro del iris. La pupila se puede contraer o dilatar en función de las necesidades de luz de nuestro sistema visual.
Cuando hay mucha luz en el ambiente, la pupila se contrae para dejar pasar menos luz. Este acto reflejo es el que se conoce como miosis pupilar o pupilas puntiformes.
Por el contrario, cuando hay poca luz en el ambiente, la pupila se dilata para dejar pasar más luz. Este acto, que también es reflejo, es el que se conoce como midriasis pupilar.
Gracias a estos dos reflejos, el ojo puede graduar correctamente la entrada de luz a su interior.
¿Qué es la miosis patológica?
Aunque tanto la miosis pupilar como la midriasis pupilar son actos reflejos naturales, existen determinadas situaciones que pueden provocar que estos mecanismos no funcionen correctamente.
En concreto, en el caso de la miosis pupilar, cuando ésta se presenta de manera asimétrica (diferente en ambos ojos), o cuando se manifiesta en espacios poco iluminados (donde la pupila debe reaccionar con midriasis para permitir una mayor entrada de luz) hablamos de miosis patológica.
¿Cuáles son los síntomas de las pupilas puntiformes o miosis?
Los síntomas de la miosis pueden variar en función de la causa subyacente, aunque los más comunes son:
Reducción significativa del tamaño de las pupilas.
Visión borrosa o dificultad para enfocar los objetos, tanto los cercanos como los lejanos. Esto puede ocurrir, sobre todo, en entornos con poca luz.
Fotofobia o sensibilidad a la luz. Como las pupilas no se dilatan ni se contraen adecuadamente, incluso la luz moderada puede ser incómoda y/o dolorosa para el paciente con miosis, ya que sus ojos no pueden regular correctamente la cantidad de luz que reciben.
¿Qué puede indicar la miosis patológica?
Este tipo de miosis pupilar suele ser un síntoma que nos indica que algo no está funcionando correctamente en el organismo, y se suele relacionar con algunos de los siguientes problemas.
Lesiones de integración del reflejo motor
Desde el momento en el que la luz del exterior llega a los ojos, se pone en marcha una compleja respuesta de nuestro organismo. Esta respuesta pasa porque la retina convierte la luz en señales eléctricas que pasan a través del nervio óptico hasta el cerebro, que las interpreta en forma de imágenes. Asimismo, el cerebro es el encargado de emitir una respuesta al ojo para que module correctamente la dilatación de la pupila.
Cuando alguno de estos elementos no funciona como debería, es muy posible que estemos ante algún tipo de lesión de integración del reflejo. Esto puede deberse a muchas causas, entre otras:
Hemorragia interna.
Síndrome de Horner.
Tumor de Pancoast.
Ante la presencia de una miosis pupilar anormal, será necesario acudir de inmediato al médico para que pueda realizar un examen completo del paciente.
Presencia de sustancias tóxicas, drogas o medicamentos
Por otro lado, hay que tener en cuenta que otra de las posibles causas de una miosis patológica o de una miosis pupilar anormal se puede encontrar en la presencia de determinadas sustancias en el organismo.
Algunas de estas sustancias son:
Los derivados de los opioides.
Algunos medicamentos utilizados en el tratamiento de la hipertensión o el glaucoma.
Algunos antihistamínicos.
Algunas sustancias antipsicóticas.
La nicotina.
Es importante tener en cuenta este punto e informar correctamente al médico en el caso de que se aprecie alguna manifestación de una miosis pupilar anormal.
Traumatismos
Las contusiones son lesiones traumáticas en el cerebro que están causadas por un golpe fuerte en la cabeza. Uno de los signos de alerta que pueden indicar una lesión grave en el cerebro es una contracción de las pupilas que es persistente en el tiempo. Ante este signo debe solicitarse atención médica urgente.
Síndrome de Horner
Esta enfermedad afecta a un solo lado de la cara y puede causar la caída parcial del párpado (ptosis), además de la pupila contraída y el ojo hundido.
Se produce por la interrupción de la vía nerviosa desde el cerebro hasta la cabeza y el cuello debida a un daño en los nervios simpáticos faciales que regulan el funcionamiento del músculo ciliar.
El síndrome de Horner puede ser consecuencia de otro problema médico como:
Un accidente cerebrovascular.
Un tumor.
Una lesión de la médula espinal.
¿Para qué sirve la exploración de los reflejos pupilares?
Como se puede ver, tanto la miosis pupilar como la midriasis pupilar son reflejos naturales en nuestros ojos. Sin embargo, en determinadas circunstancias, cuando no se producen con normalidad, puede ser indicativas de que existe algún problema de salud al que es importante que se le preste la debida atención.
Por esta razón, el médico realizará una exploración de los reflejos pupilares si lo considera necesario. Este examen permite comprobar si los reflejos de la pupila a la luz son los adecuados, y ayudará a identificar posibles enfermedades o problemas de salud que pueda sufrir el paciente.
Conclusiones clave
* La miosis es la disminución del tamaño de la pupila que se produce para regular la entrada de luz al globo ocular en situaciones de mucha luminosidad.
* Cuando la miosis es anormal (asimétrica o permanente) puede ser síntoma de una intoxicación por ciertas sustancias, un accidente cerebrovascular, un traumatismo… * La miosis patológica puede indicar un problema grave de salud y es una urgencia médica.
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Esta clínica sin duda es la mejor !! El trato en recepción y de los médicos es excepcional. Estoy muy contenta con los resultados. Muchas gracias !
Vanesa Delgado Arcos
01/03/2024
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Jorge Carnicero
27/02/2024
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Carlos Ángel Pérez
27/02/2024
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Atención muy buena de la doctora y de las auxiliares
Virginia Jimenez
22/02/2024
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Isidro Hoyas
20/02/2024
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Buenos profesionales y las chicas muy amables y atentas
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La leucocoria o pupila blanca es uno de los posibles efectos que se dan en los ojos al ser examinados bajo un haz de luz. En estos pacientes, la pupila aparece blanca, lo que suele ser indicativo de algún problema ocular que el médico deberá determinar después de hacer un diagnóstico personalizado.
Índice
¿Qué es la leucocoria?
Se denomina leucocoria (pupila blanca o pupila de gato) al efecto de que la pupila se vea blanca o blanquecina al someterla a un haz de luz. En el caso de los ojos sanos, cuando se someten a un haz de luz, las pupilas adquieren un color rojizo.
El reflejo rojo normal del ojo del ser humano se debe a que la luz se refleja en la retina a través de los medios transparentes del globo ocular: la córnea, la pupila, el cristalino y el vítreo. De tal manera que, ese color rojo, se debe a que estamos viendo la capa vascular que conforma la coroides, el tejido que nutre de oxígeno a la retina. Cualquier interferencia en estas estructuras provocaría un reflejo rojo alterado o leucocoria.
Por ello, hay que entender la leucocoria no como una enfermedad en sí misma, sino como un síntoma o signo clínico que puede indicarnos que existe un problema ocular en el paciente y que éste necesita atención por parte de un oftalmólogo.
¿Cuáles son los síntomas de la leucocoria?
Más allá de que la pupila se vea blanquecina, no existen otros síntomas necesariamente asociados a la leucocoria. Esto se debe a que, como se ha explicado, la pupila blanca es en sí misma un síntoma, por lo que habrá que evaluarla en relación al problema concreto que la causa.
¿Cómo se detecta?
La detección de la leucocoria es muy sencilla, aunque no suele ser apreciable a simple vista.
El oftalmólogo la puede detectar en una revisión rutinaria de la vista haciendo uso de un retinoscopio, que permitirá ver el reflejo retiniano o reflejo de Bruckner.
También se puede detectar haciendo uso de un oftalmoscopio, con el que se puede observar el fondo del ojo.
Otra forma habitual de detección de la leucocoria (al menos para poner en alerta al paciente para que este acuda a una revisión oftalmológica) son las fotografías con flash. Si al fotografiar los ojos con flash las pupilas (o una sola) aparecen blancas o blanquecinas, puede ser indicativo de la presencia de leucocoria.
En estos casos, se recomienda que el paciente acuda de forma inmediata al oftalmólogo para que éste pueda llevar a cabo una revisión rutinaria y valorar si necesita algún tratamiento concreto o no.
¿Cuáles son las causas de la leucocoria?
Como se ha explicado, la leucocoria es un síntoma, no un problema ocular en sí mismo y puede estar causada por muchos factores.
Retinoblastoma
El retinoblastoma es un tipo de cáncer de ojo que se suele manifestar en niños y que comienza como una proliferación de células malignas en los tejidos de la retina.
Se presenta con leucocoria en el 60% de los casos.
Puede causar ceguera y también puede poner en peligro la vida del paciente.
Enfermedad de Coats
La enfermedad de Coats se caracteriza por la presencia de dilataciones vasculares (telangiectasias) en la retina.
Puede tener consecuencias graves o muy gras sobre la visión del niño.
Toxiocariasis y toxoplasmosis
La toxiocariasis y la toxoplasmosis son infecciones humanas provocadas por parásitos que se encuentran en los animales.
Además de a otros órganos, pueden afectar a la visión, provocando lesiones inflamatorias que se manifiesten en leucocoria y deriven en uveítis y/o coriorretinitis.
Retinopatía del prematuro
La retinopatía del prematuro se manifiesta con el desarrollo anormal de vasos sanguíneos en la retina y aparece en bebés que nacen prematuros y con poco peso.
Origina complicaciones oculares graves que pueden evitarse con un tratamiento preventivo.
Entre las complicaciones que pueden provocar destaca el desprendimiento de retina.
Desprendimiento de retina
La leucocoria suele presentarse cuando el desprendimiento de retina es total.
La retina desprendida impide la formación del reflejo rojo-anaranjado que da la retina sana.
Endoftalmitis endógena pediátrica
La endoftalmitis endógena pediátrica es una infección intraocular infrecuente que llega al ojo a través del flujo sanguíneo procedente de otra zona del organismo.
Su pronóstico visual es malo, ya que si no se diagnostica y se trata a tiempo puede provocar complicaciones oculares severas e irreversibles.
Vítreo primario hiperplásico persistente
Es una patología congénita que está provocada porque, durante el embarazo (semana 20), se produce un fallo en la regresión del vítreo primario y de la vasculatura hialoidea del embrión.
Es la segunda causa más frecuente de leucocoria infantil.
Hamartoma astrocítico retiniano
El hamartoma astrocítico retiniano o astrocitoma retiniano es un tumor benigno de la retina.
Suele estar asociado a otras patologías, como la esclerosis tuberosa o la neurofibromatosis.
Enfermedad de Norrie
Es un defecto del desarrollo embrionario poco frecuente que se caracteriza por el desarrollo anómalo de la retina que provoca la aparición de un pseudoglioma.
Provoca leucocoria en ambos ojos.
La lesión suele progresar hasta provocar la atrofia de los globos oculares y la ceguera.
Coloboma retinocoroideo
El coloboma es un defecto congénito que puede afectar al iris, al cristalino, a la coroides, a la retina… Se manifiesta como una falta de tejido.
El coloboma retinocoroideo suele presentarse como leucocoria.
La complicación más frecuente es el desprendimiento de retina regmatógeno.
Vitreorretinopatía exudativa familiar
La vitreorretinopatía exudativa familiar se desarrolla como consecuencia de una anomalía genética que afecta al crecimiento y desarrollo de los vasos sanguíneos de la retina.
Se produce una vascularización anómala e incompleta de la retina periférica que conduce a problemas que van desde la ausencia de síntomas hasta a anomalías menores o, incluso, a desprendimiento de retina que lleva a la ceguera.
Meduloepitelioma
El meduloepitelioma es un tumor no hereditario que aparece en la región del cuerpo ciliar y suele tener un crecimiento lento.
Provoca: disminución de la visión, aumento de la presión intraocular, cierre angular localizado, leucocoria, cataratas y ojos rojos.
Síndrome de mielinización de las fibras nerviosas de la retina
Las fibras de mielina son fibras nerviosas que aparecen en el fondo de ojo por un desarrollo anormal.
Síndrome de Bloch-Sulzberger o incontinencia pigmentaria
La incontinencia pigmentaria es una enfermedad cutánea poco común que se transmite de padres a hijos.
Además de a otros órganos, también afecta a los ojos, provocando, entre otros problemas, fibrosis vitreorretiniana que es lo que genera la leucocoria.
De todas formas, ante un aparente caso de leucocoria, es indispensable que sea un oftalmólogo quien revise al paciente. De esta forma, se podrá determinar de forma segura si se está ante un caso de leucocoria y se podrá establecer cuál es la causa concreta que la provoca e indicar un tratamiento, si fuera necesario.
¿Cuáles son los peligros de la pupila blanca?
La leucocoria, o pupila blanca, no supone un peligro por sí misma, aunque sí pueden existir riesgos asociados al problema ocular que la pueda causar que van desde la aparición de problemas oculares como la ambliopía, las cataratas, las hemorragias intravítreas o el desprendimiento de retina, hasta la muerte.
Por esta razón, es imprescindible un diagnóstico efectivo del origen de la pupila blanca que permita determinar la gravedad o no de la situación.
¿Cuál es el tratamiento para la pupila blanca?
El tratamiento de la pupila blanca estará en consonancia con el origen concreto que la cause. Por ello, en caso de que el paciente requiera tratamiento, éste estará centrado en solucionar el problema o la enfermedad que la cause, y no tanto en tratar la leucocoria o pupila blanca en sí misma.
Si la leucocoria la provoca una enfermedad tumoral, como el retinoblastoma, los tratamientos más habituales son:
Quimioterapia.
Fotocoagulacón.
Crioterapia.
Si es consecuencia de un traumatismo o una lesión intraocular, lo más frecuente es que sea necesaria una cirugía intraocular.
Estos procesos siempre irán acompañados de un periodo de supervisión y de recuperación del paciente.
Hay que recordar que, cualquier tratamiento será más efectivo y sencillo de aplicar si se comienza en las fases iniciales del problema o de la enfermedad ocular. Por ello, si alguien sospecha que se puede estar sufriendo leucocoria, se recomienda acudir lo antes posible al oftalmólogo para que pueda evaluar su situación.
¿Qué tiene que ver la leucocoria con el retinoblastoma?
El retinoblastoma es la causa de leucocoria más grave. Se trata de una enfermedad cancerígena en la que aparecen células malignas en los tejidos de la retina. El origen suele ser una mutación genética, tanto heredada como espontánea y ocurre únicamente en la edad infantil temprana.
¿La leucocoria siempre es grave?
La leucocoria en niños siempre constituye un signo clínico alarmante, ya que en el 50% de los casos se traduce en la presencia de un retinoblastoma avanzado. Por eso, cuando la aparición de pupila blanca se da en la infancia, se considera una urgencia oftalmológica. El resto de leucocorias infantiles pueden ser síntoma de otras patologías que no comprometen tan gravemente la salud visual de los más pequeños.
En el caso de los adultos, es importante consulta con un médico si se percibe cualquier cambio de color en la pupila del ojo.
Conclusiones clave
* La leucocoria o pupila blanca es un signo clínico que se caraceriza por la aparición de un reflejo o mancha blanca en la pupila.
* Especialmente en el caso de los niños, puede ser un síntoma de enfermedades graves, como el retinoblastoma, que afecta seriamente a la visión y puede poner en peligro la vida del paciente. * También se asocia a otros problemas congénitos, como la retinopatía del prematuro, o adquiridos, como infecciones y traumatismos.
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Vanesa Delgado Arcos
01/03/2024
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Jorge Carnicero
27/02/2024
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Carlos Ángel Pérez
27/02/2024
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22/02/2024
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Isidro Hoyas
20/02/2024
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Buenos profesionales y las chicas muy amables y atentas
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