En las siguientes líneas queremos hablar de una situación que, aunque es poco frecuente, suele asustar mucho a quien la padece: la pérdida de visión repentina. De hecho, este problema puede esconder enfermedades graves que hay que diagnosticar con celeridad. En este post ahondaremos, además, en las causas que pueden explicar esta pérdida de visión repentina.
¿Qué es la pérdida de visión repentina?
Hablamos de situaciones en las que la visión se nubla o la imagen desaparece de forma repentina sin factores externos que, en apariencia, expliquen estos fenómenos.
Es importante no confundir la pérdida de visión repentina con posibles desmayos o eventuales bajadas de tensión. Si esto sucede, posiblemente la visión también se nuble. De todos modos, en estos casos, los síntomas también suelen ir acompañados de una pérdida de fuerza en las piernas y de dificultades para mantenerse despierto. Lo más habitual es que si se dan estos síntomas la causa de la pérdida de visión sea la propia bajada de tensión y que no se trate de un problema en la vista. Sea como sea, deberá ser un médico quien determine el origen del problema.
Guía gratuita con los cuidados que necesitan tus ojos en cada época del año
(Descarga gratis la guía y descubre los mejores consejos para cuidar tu salud visual)
Cuando hablamos de una pérdida de visión repentina quiere decir que esta no va acompañada de otros síntomas. Por eso, se tiende a pensar que la causa del problema se localiza principalmente en los ojos. Ante esta situación, es imprescindible acudir lo antes posible a la consulta para someterse a una exploración y descartar enfermedades graves.
¿Cuáles son las posibles causas?
En muchos casos, determinadas patologías graves pueden estar detrás de la pérdida repentina de la visión. Por eso, es clave acudir al médico ante el más mínimo síntoma.
Oclusiones vasculares retinianas
Se dan por el bloqueo de las pequeñas venas o arterias del ojo. De todos modos, suelen ser las segundas las responsables de una pérdida de visión más brusca. En función de si estas oclusiones afectan a una arteria central o a una rama, la pérdida de visión abarcará todo el campo de visión o sólo una parte.
La oclusión puede deberse a diferentes enfermedades. Entre las más habituales están la diabetes o el glaucoma. Pueden darse a cualquier edad pero son más comunes entre las personas mayores. De ahí la importancia de realizarse revisiones periódicas de la vista.
Dependiendo de la causa de las oclusiones vasculares, el tratamiento estará enfocado a recuperar la vista en mayor o menor grado. De todos modos, con frecuencia no se llega a retomar del todo la visión. Muchas veces, el daño es irreversible.
Desprendimiento de retina
Es otra de las causas más habituales de la pérdida de visión repentina.
El tipo más común es el desprendimiento de retina regmatógeno, relacionado con una rotura de la retina que deriva en el paso del vítreo licuado al espacio subretiniano. Otros tipos menos frecuentes de desprendimiento de retina son el traccional y el exudativo.
Ocurre tanto entre hombres como en mujeres. Es más común en la franja de edad que va entre los 40 y los 70 años. De todos modos, también puede darse en personas jóvenes si existen problemas de visión muy acusados. De hecho, el 60% de las roturas retinianas se dan en áreas con alteraciones específicas previas. Son más frecuentes en pacientes miopes.
Hemorragia vítrea
Puede ser un signo que precede al desprendimiento de retina. Por eso es tan importante estar alerta.
Se caracteriza por la presencia de sangre en la cavidad vítrea. Si la hemorragia es grande, la pérdida de visión puede ser severa. Si es pequeña, puede percibirse solamente como visión nublada.
La hemorragia puede deberse a la rotura de un vaso retiniano, a un traumatismo o a un desgarro de la retina.
Uveítis
Es la irritación e inflamación de la úvea, capa que aporta el mayor flujo de sangre a la retina.
Es una enfermedad poco frecuente que aparece normalmente a partir de los 60 años.
Hay varios tipos de uveítis, pero la más común es la uveítis anterior, la que afecta a la parte anterior del ojo. También se la conoce como iritis porque puede afectar exclusivamente al iris.
Neuropatía óptica isquémica
Las neuropatías ópticas provocan una rápida pérdida de visión. La más brusca es la neuropatía óptica isquémica. Se produce una pérdida de visión central, lateral o de ambas, causada por una alteración en el flujo sanguíneo del nervio óptico. Esta alteración normalmente se produce de manera repentina y en un único ojo.
Las principales causas de neuritis óptica isquémica son la arteritis temporal, la arteriosclerosis, las enfermedades relacionadas con el colágeno, las embolias y la diabetes mellitus. Estos problemas suelen aparecer a partir de los 50 años o en personas con factores de riesgo (colesterol e hipertensión o diabetes mellitus).
Degeneración macular asociada a la edad (DMAE)
Es una enfermedad degenerativa que afecta a la mácula y es la primera causa de ceguera en los países desarrollados.
La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) aparece en personas de la tercera edad y existen dos tipos distintos: seca o atrófica y húmeda o exudativa. La segunda es la más grave y la menos común, pero también es la única que tiene tratamiento por el momento.
¿Cómo actuar ante una pérdida de visión repentina?
Toda pérdida de visión periférica es algo a abordar cuando antes de cara a averiguar las posibles causas del problema, especialmente para .comprobar si detrás de esta situación hay alguna enfermedad grave. Una rápida detección del problema permitirá pautar el tratamiento adecuado, que puede llegar a salvar la vista del paciente.
Por eso, ante la pérdida repentina de visión, temporal o continuada, se debe acudir de manera inmediata al médico para someterse a un chequeo que descarte cualquier enfermedad o problema en la visión. En caso de detectarlo, habrá que actuar lo antes posible. Puede tratarse, por ejemplo, de un caso de amaurosis fugaz, pérdida temporal de la visión en un ojo por la ausencia de circulación de sangre a la retina.
Fuentes
Pérdida repentina de visión – Manual MSD